Miguel Briante

Se miran, pocas veces se tocan —apenas en una pulseada—, se saludan, se despiden, se vigilan. Corren, estdn sentados, estan a punto de tranzarse en un duelo cuchillo. Son dos pero es uno, eterno en sus actitudes cotidianas. Uno y su espejo. Con deliberada astucia. Berra tensa – en sus esculturas de madera pintada (o relieves, o estatuas para arrimar a la pared) los limites de lo posible. El Negro y el Blanco —siempre contrapuestos— se confronfan para descubrir que son lo mismo, cuando se frata del ser Humano. EL Blanco y el Negro correran en direcciones opuestas pero estaran signados por el fracaso que promefe la paradoja de Aquiles y la Tortuga. Si se zambullen – si ese Blancoy Negro se zambullen o hacen en esa nada que es el tiempo, en el que nadan. Entre la piedad y la ternura de su creador, que a veces nos condena a no terminar de Hacerse, este mu aBERRAnte duplica -en una primera copia que solicita el infinito— la trivialidad, cargada de tragedia, de las situaciones de todos los dias. Tragedia que, si se mira a si misma, se rie. Epicaque si se mira a si misma, se rie. Artista que si se mira a si mismo se baja del pedestal, se rie,